Por: Andrés Felipe Segura Buendía
Coronel ® Policía Nacional de Colombia / Máster en Big Data y Data Science. Especialista en Seguridad. / Certificado Profesional de Análisis de datos de Google
En la actualidad, los líderes y asesores en temas de seguridad ciudadana están considerando seriamente la implementación de modelos de inteligencia artificial (IA) para fortalecer los procesos de prevención, disuasión, reacción, inteligencia e investigación criminal. La promesa de una IA que brinde mayor eficiencia en la lucha contra el crimen es seductora, pero también plantea preguntas cruciales que no podemos ignorar:
- ¿Qué tipo de inteligencia artificial necesitamos?
- ¿Cómo gobernamos nuestros datos?
- ¿Qué tipo de insights necesitamos medir?
- ¿Cómo están funcionando los subsistemas de los Sistemas Integrados de Emergencia – SIES 123 (cámaras, números de emergencia, radios, redes)?
- ¿Cómo recolectamos y estructuramos los datos?
- ¿Tenemos personas capacitadas para manejar los subsistemas del SIES?
- Y quizá lo más importante: ¿qué tanto usamos los datos para tomar decisiones?
Estas preguntas deben ser respondidas con seriedad y consciencia por cada gobernante, asesor y profesional involucrado en la seguridad pública. Como bien decía el célebre estadístico William Edwards Deming: “En Dios confiamos, los demás deben traer datos”. Este principio resuena con más fuerza que nunca en una época en la que los datos no solo revelan la verdad, sino que deben guiar nuestras decisiones.
Un ejemplo contundente fue lo ocurrido con los incendios forestales, donde los datos predijeron con precisión las altas temperaturas y las sequías. Sin embargo, la reacción de los gobiernos no estuvo a la altura de la información proporcionada. A pesar de contar con datos claros, los cuerpos de emergencia no fueron suficientemente fortalecidos para enfrentar la crisis, lo que derivó en serios problemas para controlar el fenómeno, afectando nuestro ecosistema y exponiendo la desconexión entre la información disponible y las decisiones tomadas.
Este tipo de situaciones subraya una verdad ineludible: los datos son herramientas poderosas para predecir y tomar decisiones acertadas. En seguridad ciudadana, las entidades pueden estar rodeadas de datos, pero carecer de información útil. No basta con tener números; el verdadero valor está en analizar esos datos, identificar patrones y utilizar esta información para desarrollar políticas, estrategias y acciones que resuelvan los problemas fundamentales.
Antes de aventurarnos en la complejidad de la inteligencia artificial, debemos primero “ordenar nuestra casa”. Solo con datos de calidad podremos alimentar los modelos de IA para obtener resultados precisos y relevantes. La clave está en priorizar los datos correctos, confiar en ellos y fomentar una cultura de alfabetización en datos, desde el más alto nivel gubernamental hasta los actores locales.
Creer en los datos y tomar decisiones basadas en ellos es el primer paso para construir una política de seguridad ciudadana moderna, eficaz y preventiva. Sin esta confianza y sin una cultura de uso responsable de los datos, cualquier inversión en tecnología y herramientas será en vano. Hoy, más que nunca, es fundamental reconocer que la tecnología por sí sola no es la solución; es la manera en que gestionamos, comprendemos y usamos los datos lo que marcará la diferencia en el bienestar de nuestras comunidades.